¿Milagro económico? Pasados 20 años de estancamiento, Japón crece a mayor ritmo que China

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El PBI japonés creció un 1,5% en el primer trimestre. Si se lo anualiza, da casi un 6% para todo el 2014, el mismo nivel de suba que las economías emergentes.

Si es cierto lo que dijo Goethe respecto de que “todo tiene un final, excepto la salchicha que tiene dos”, los japoneses deben estar deseando que ahora sí llegue el fin de sus tormentos. Porque después de dos décadas de estancamiento y de crecimiento económico casi nulo, durante el primer trimestre de 2014 el PIB japonés logró crecer un fabuloso 1,5%, algo que salvo contadas excepciones, no se ve por esas tierras desde la época del boom de los años 1960 a 1980. De sostenerse esta tendencia, la economía nipona crecería casi un 6% durante todo el presente año, guarismo más en línea con el de un país emergente que de uno desarrollado, y que superaría incluso a los estimados para la India o China, que se prevé del 5,7% para 2014.
¿Está Japón a las puertas de un nuevo milagro económico? Después de tanto tiempo nadando en el pantano, nadie se anima a celebrar el fin del cruce del desierto. Porque tras el explosivo crecimiento de la posguerra (promedio del 5% en los años ’60, del 9% en los ’70 y del 8% en los ’80), período durante el cual Japón sentó las bases de su actual poderío económico, el país cayó en una espiral deflacionaria provocada por el estallido de una burbuja especulativa en el sector inmobiliario.
Como si fuera la maldición de un cuento infantil, la economía japonesa quedó atrapada en un letargo del que, 20 años más tarde, todavía no logró salir del todo.
El Banco Central de Japón (BoJ) reaccionó tarde a la fuerte caída en la actividad económica de fines de los ’80 (muy diferente fue la estrategia de la Fed cuando estalló la crisis subprime), por lo que los incentivos no dieron el resultado esperado y el país entró en una trampa de liquidez que hizo caer el consumo y la inversión.
Hartos de esta situación, los japoneses votaron un cambio de gobierno en 2012, del que salió elegido como primer ministro Shinzo Abe, quien propuso una política económica de estímulo radicalmente diferente a lo conocido hasta entonces.
Su plan, bautizado como “Abenomics”, se basó en tres pilares: estímulos fiscales mediante incremento del gasto público, fin de la sacrosanta independencia del BoJ para que pasara a aplicar una política monetaria ultra expansionista (al estilo del QE de la Fed) y una serie de reformas estructurales, que todavía se encuentran demoradas.
El resultado de las medidas aplicadas por el gobierno japonés a partir de diciembre de 2012 fue, durante el año pasado, objeto de controversias. Porque si bien la bolsa de Tokio pegó un salto notable (el índice Nikkei creció durante 2013 un 57%, el mayor rally alcista de los últimos 40 años), los beneficios de las Abenomics no habían llegado hasta los consumidores, principales damnificados de los 20 años de estancamiento.
Los analistas coinciden en afirmar que el desastre de la central nuclear de Fukushima también afectó en parte este programa de impulso económico, ya que el país tuvo que destinar una proporción de su gasto público a la importación de hidrocarburos (desde el tsunami de 2011 se detuvieron todas las centrales nucleares).

¿Un milagro en puerta?

Sin embargo, a la luz de los resultados del primer trimestre de 2014, daría la sensación de que el efecto derrame podría estar finalmente llegando a la mesa de los japoneses. Así como los asalariados fueron los mayores perjudicados durante las dos décadas de estanflación, ya que su poder adquisitivo se fue reduciendo a medida que se eternizaba la crisis, ahora podría estar llegando su turno en recibir los beneficios del plan económico en marcha.
A la par del salto de un 1,5% en el PIB japonés (sólo se repitió este incremento en el segundo trimestre de 2011, tras la recuperación post desastre de Fukushima), el consumo se disparó (entre enero y marzo de 2014), con un incremento del 2,1% en el gasto de las familias (representan el 60% de la actividad económica del país).
Como si esto fuera poco, la inversión de las empresas japonesas también se aceleró un 5%, mientras que el gasto en el sector inmobiliario subió un 3,1%. ‘Los beneficios de las compañías mejoran y algunas infraestructuras empiezan a envejecer; de ahí que varias empresas hayan concluido que no podían retrasar más sus gastos en inversiones‘, de acuerdo con Norio Miyagawa, economista de Mizuho Securities Research & Consulting.
Los automóviles y los televisores plasma fueron dos de los artículos más comprados por los japoneses en este frenética ola consumista, que se explica, según los analistas, en que el gobierno había anunciado una suba del IVA del 5% al 8%, la cual se hizo efectiva a partir del 1´ de abril pasado.
Lo que sigue en el futuro de la economía japonesa depende de si se ve al vaso medio lleno o medio vacío. Contra la visión pesimista de una desaceleración en el segundo y tercer trimestre (que podría dañar seriamente las expectativas puestas en las Abenomics), se planta el gobierno, el cual sostiene que la suba del IVA (necesaria para financiar el sistema de pensiones sin incrementar aún más el enorme nivel de endeudamiento) tendrá un efecto neutro frente al consumo de las familias japonesas.
No son pocos los que ven el futuro del programa económico (y el fin del estancamiento) a través de las prometidas reformas estructurales, que incluyen mayores facilidades para que las mujeres puedan tener hijos y trabajar al mismo tiempo (la tasa de natalidad es cada vez más baja) y para que se instalen trabajadores extranjeros (no superan el 2% de la población activa). El objetivo sería ampliar la base imponible y así sostener el crecimiento que todos están ansiando.